La Unidad de la Persona del Mediador

Pero los pasajes que comprenden ambas naturalezas a la vez, muchos de los cuales se encuentran en el Evangelio de Juan, exponen su verdadera sustancia de la manera más clara. Pues uno no lee solamente a la deidad o a la humanidad por separado, sino a estas dos a la vez: (Jesús) recibió del Padre el poder de remitir los pecados (Juan 1:29), de resucitar a la vida a quien el quiere, de otorgar justificación, santidad, salvación; fue nombrado juez de los vivos y de los muertos para ser honrado, incluso como el Padre (Juan 5: 21-23). Por último, se le llama la “luz del mundo” (Juan 9: 5); 8:12), el “buen pastor”, la “única puerta” (Juan 10:11,9), la “vid verdadera” (Juan 15: 1). Porque el Hijo de Dios había sido dotado de tales prerrogativas cuando se manifestó en la carne, y aunque junto con el Padre, el ya las sostenía desde antes de la creación del mundo, no habían sido de la misma manera, y no podrían haber sido entregadas a un hombre que no fuese más que un hombre.

Es en este mismo sentido en el que debemos entender lo que leemos en Pablo: después del juicio “Cristo entregará el Reino a su Dios y Padre” (1 Cor. 15:24). Obviamente el Reino del Hijo de Dios no tuvo principio ni tendrá fin, pero incluso mientras yacía oculto bajo la humildad de la carne y “se vació, tomando la forma de un siervo” (Filipenses 2: 7), dejando a un lado el esplendor de la majestad, se mostró obediente a su Padre (Filipenses 2: 8) . Habiendo completado esta sujeción, “fue finalmente coronado de gloria y honor” (Heb. 2: 9), y exaltado al Señorío más alto, pues ante él “toda rodilla debe doblarse” (Filipenses 2:10). Es entonces, que él le dará al Padre su nombre y corona de gloria junto a todo lo que haya recibido del Padre, para que “Dios sea todo en todos” (1 Cor. 15:28).

¿Con qué otro propósito se le dio poder y señorío a Cristo, a menos de que a través de su mano, el Padre pudiera gobernarnos? En este sentido, también, se dice que Cristo está sentado a la diestra del Padre (Marcos 16:19; Rom. 8:34). Sin embargo, esto es solo por un tiempo, hasta que disfrutemos de la visión directa de la Deidad. Aquí no podemos disculpar el error de los escritores de antigüedad, quienes no prestan atención a la persona del Mediador, ocultan el verdadero significado de casi todas las enseñanzas que se leen en el Evangelio de Juan y se enredan en muchas trampas. Que esta sea, entonces, nuestra clave para la comprensión correcta: las cosas que se aplican al cargo de Mediador no se hablan exclusivamente de la naturaleza divina o de la humana. Hasta que él regrese como juez del mundo, Cristo reinará, uniéndonos al Padre según lo permita la medida de nuestra debilidad. Pero cuando participemos en la gloria celestial, veremos a Dios tal como es, Cristo, después de haber desempeñado el cargo de Mediador, dejará de ser el embajador de su Padre, y se sentirá satisfecho con esa gloria que él disfrutó antes de la creación del mundo.

Y el nombre de “Señor” pertenece exclusivamente a la persona de Cristo, en la medida en que representa un grado intermedio entre Dios y nosotros. La declaración de Pablo concuerda con esto: “Un Dios … de quien son todas las cosas” (1 Cor. 8: 6). Es decir, a él (Jesus) le fue dado el señorío por el Padre, hasta el momento en que debamos ver su majestad divina cara a cara. Luego, el le devolverá el señorío a su Padre para que, lejos de disminuir su propia majestad, pueda brillar aún más. Entonces, también, Dios dejará de ser la Cabeza de Cristo, porque la propia deidad de Cristo brillará por sí misma, aunque todavía hoy sigue cubierta por un velo.

Institutes of the Christian Religion, Book II, Ch.XIV.3 – John Calvin


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