3 Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. (2 Timoteo 4:3) Nuestro entendimiento sobre la consejería vendrá como una consecuencia directa de nuestro entendimiento acerca de la Escritura. Si creemos en la suficiencia de las Escrituras, lo que sigue es entender que el área de la consejería no es una excepción al principio de ver cada aspecto de la vida bajo la luz de la Palabra de Dios. En estos tiempos donde la tendencia de buscar respuestas en todas partes menos en las Escrituras se ha infiltrado en la Iglesia, debemos instarnos mutuamente a volver a las Escrituras y encontrar en ellas el Consejo de Dios.
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? (Santiago 4:1)
Mientras que la cosmovisión humanista (o cualquier otra cosmovisión que niega a Dios) argumenta a favor de una humanidad autónoma con un problema fundamental que reside principalmente fuera de sí misma, la Biblia establece todo lo contrario:
1. La humanidad depende de Dios (No es autónoma) 2. Nuestro principal problema no está afuera, sino dentro de nosotros mismos.
Este problema se llama pecado. Cabe destacar que las Escrituras abordan los comportamientos que son típicos en consejería – la ira, las rivalidades, los celos, las disensiones y las divisiones – como “las obras de la carne” y no como meros agentes externos. 19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: inmoralidad sexual, impureza, desenfreno, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, 21 envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas, (Gálatas 5:19-21a)
Esta diferencia en los fundamentos plantea no solo un contraste en la identificación del problema, sino también en la solución del mismo. Incluso si/cuando la corriente humanista se enfoca dentro de la persona, esta planteará que usted tiene la capacidad dentro de sí mismo para convertirse en su propia solución; mientras que las Escrituras vinculan la solución y sus consecuencias con Dios a través de Cristo. 22 Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley 24 porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (Gálatas 5:22-24)
Ahora bien, la Biblia no niega la realidad del pecado alrededor y fuera de nosotros (mundo caído). Esta es precisamente la razón por la cual el apóstol Pablo nos insta a no ser conformados a este mundo (Romanos 12: 1-2). Las circunstancias son importantes y pueden influir en nosotros para bien o para mal, sin embargo, somos completamente responsables de nuestras propias actitudes y acciones ante Dios y ante los demás. Hay un problema central dentro de nosotros, y necesitamos desesperadamente un Salvador, el Señor Jesucristo.
Para concluir. Estas diferencias son tan radicales, no solo en enfoque sino también (especialmente) en principio, que podemos argumentar que la consejería bíblica es fundamentalmente incompatible con la mayoría de las escuelas y pensamientos de consejería/autoayuda humanista que impregnan nuestra sociedad hoy en día. Tengamos en alta estima a la Escritura, y confiemos en lo que Dios dice acerca de Su Palabra:
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, 17 a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16)
By: Daniel David Pollorena